11 de diciembre de 2009

ENTRE DOS MUNDOS

El mundo occidental y el mundo oriental. El materialismo frente a la espiritualidad. Todos hemos tenido presente alguna vez el ying y el yang, decisiones que podían ser o no ser, lugares llenos de color y lugares vacíos, grises.

La humanidad se enfrenta cada día al enigma del qué pasará. No existe nadie en la tierra que consiga saber qué sucederá después, por eso la vida puede ser maravillosa, como rezaba nuestro amigo recientemente fallecido Andrés Montes. De lo único que se tiene clara certeza es de seguir vivo, de seguir en pié para sencillamente enorgullecernos de nosotros mismos. Pero, he aquí lo difícil de ser humano. El ying y el yang, nuestros pequeños detalles que nos hacen ser únicos e irrepetibles. Lo complicado de nosotros, llega cuando nos miramos al espejo y sentimos lástima por ese ser que se ve reflejado. O cuando a falta de un abrazo, dedicas unos minutos de tu vida a teclear sin parar palabras que te eleven a un estado de nostalgia.



Lo único que puede vencer el enigma del futuro, es el amor que podamos sentir por nosotros mismos y hacia los demás. En un abrir y cerrar de ojos, nuestro tiempo pasa desapercibido en lo que podríamos llamar el tiempo del cosmos. Viajamos a lo largo de nuestras vidas, acompañados de aventuras que nos permiten ese proceso tan elaborado de la maduración. Y en ese proceso, compartir ese aspecto tan peculiar y tan único de cada uno de nosotros, se convierte en dulces experiencias que procuran tu mundo de improvisadas canciones y verdaderas poesías del silencio.




Si eres verdaderamente libre, experimenta la realidad de tus primeras decisiones porque son los impulsos de tu corazón, el resto del camino hazlo con la cabeza, y comprobarás que en tu interior se llena una luz de satisfacción. Entonces, comprenderás lo que es ser libre de verdad.



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